miércoles, 23 de noviembre de 2011

LIDIA (II)


Pintura de William Etty. Escena en la que el rey de Lidia descubre la infidelidad
(wiki)









Apoderado así Giges del reino, fue confirmado en su posesión por el oráculo de Delfos. Porque como los lydios, haciendo grandísimo duelo del suceso trágico de Candaules, tomasen las armas para su venganza, juntáronse con ellos en un congreso los partidarios de Giges, y quedó convenido que si el oráculo declaraba que Giges fuese rey de los lidios, reinase en hora buena, pera si no, que se restituyese el mando a los Heráclidas. El oráculo otorgó a Giges el reino, en el cual se consolidó pacíficamente, si bien no dejó la Pitia[21] de añadir, que se reservaba a los Heráclidas su satisfacción y venganza, la cual alcanzaría al quinto descendiente de Giges; vaticinio de que ni los lidios ni los mismos reyes después hicieron caso alguno, hasta que con el tiempo se viera realizado.
esto lo dice Heródoto en el apartado siguente de Clio.
De esta manera, vuelvo a decir, tuvieron los Mermnadas el cetro que quitaron a los Heráclidas. El nuevo soberano se mostró generoso en los regalos que envió a Delfos; pues fueron muchísimas ofrendas de plata, que consagró en aquel templo con otras de oro, entre las cuales merecen particular atención y memoria seis pilas o tazas grandes de oro macizo del peso de treinta talentos[22], que se conservan todavía en el tesoro de los corintios; bien que, hablando con rigor, no es este tesoro de la comunidad de los corintios, sino de Cipselo el hijo de Eetion. De todos los bárbaros, al lo menos que yo sepa, fue Giges el primero que después de Midas, rey de la Frigia e hijo de Gordias, dedicó sus ofrendas en el templo de Delfos, habiendo Midas ofrecido antes allí mismo su trono real (pieza verdaderamente bella y digna de ser vista), donde sentado juzgaba en público las causas de sus vasallos, el cual se muestra todavía en el mismo lugar en que las grandes tazas de Giges. Todo este oro y plata que ofreció el rey de Lidia es conocido bajo el nombre de las ofrendas gygadas, aludiendo al de quien las regaló. Apoderado del mando este monarca, hizo una expedición contra Mileto, otra contra Esmirna, y otra contra Colofon, cuya última plaza tomó a viva fuerza. Pero ya que en el largo espacio de treinta y ocho años que duró su reinado ninguna otra hazaña hizo de valor, contentos nosotros con lo que llevamos referido, lo dejaremos aquí.
Esto nos cuenta Heródoto en el párrafo catorceavo de Clío.
Su hijo y sucesor Ardys rindió con las armas a Prinea, y pasó con sus tropas contra Mileto. Durante su reinado, los Cimmerios, viéndose arrojar de sus casas y asientos por los escitas nómades, pasaron al Asia menor, y rindieron con las armas a la ciudad de Sardes, si bien no llegaron a tomar la ciudadela.
(en el párrafo XV)
Después de haber reinado Ardys cuarenta y nueve años, tomó el mando su hijo Sadyates, que lo disfrutó doce, y lo dejó a Aliates. Este hizo la guerra a Ciaxares, uno de los descendientes de Dejoces, y al mismo tiempo a los medos: echó del Asia menor a los Cimmerios, tomó a Esmirna, colonia que era de Colofon, y llevó sus armas contra la ciudad de Clazómenas; expedición de que no salió como quisiera, pues tuvo que retirarse con mucha pérdida y descalabro.
(esto nos lo dice heródoto en el párrafo dieciseis)
Volviendo a la historia, dirá que Aliates dio fin con su muerte a un reinado de cincuenta y siete años, y que fue el segundo de su familia que contribuyó a enriquecer el templo de Delfos; pues en acción de gracias por haber salido de su enfermedad, consagró un gran vaso de plata con su basera de hierro colado, obra de Glauco, natural de Quío (el primero que inventó la soldadura de hierro), y la ofrenda más vistosa de cuantas hay en Delfos.

clío, párrafo 25
En el párrafo veintiseis Heródoto habla de la muerte de Aliates y como creso llega al poder: Creso
Por muerte de Aliates entró a reinar su hijo Creso a la edad de treinta y un años, y tornando las armas, acometió a los de Éfeso, y sucesivamente a los demás griegos. Entonces fue criando los Efesios, viéndose por él sitiados, consagraron su ciudad a Diana, atando desde su templo una soga que llegase hasta la muralla, siendo la distancia no menos que de siete estadios[25], pues a la sazón la ciudad vieja, que fue la sitiada, distaba tanto del templo. El monarca lydio hizo después la guerra por su turno a los jonios y a los eolios, valiéndose de diferentes pretextos, algunos bien frívolos, y aprovechando todas las ocasiones de engrandecerse.
Consinúa la historia narrada por Heródoto en el párrefo 27
Conquistados ya los griegos del continente del Asia y obligados a pagarle tributo, formó de nuevo el proyecto de construir una escuadra y atacar a los isleños, sus vecinos. Tenía ya todos los materiales a punto para dar principio a la construcción, cuando llegó a Sardes Biante el de Priena, según dicen algunos, o según dicen otros, Pitaco el de Mitilene. Preguntado por Creso si en la Grecia había algo de nuevo, respondió que los isleños reclutaban hasta diez mil caballos, resueltos a emprender una expedición contra Sardes. Creyendo Creso que se le decía la verdad sin disfraz alguno: —«¡Ojalá, exclamó, que los dioses inspirasen a los isleños el pensamiento de hacer una correría contra mis Lidyos, superiores por su genio y destreza a cuantos manejan caballos! —Bien se echa de ver, señor, replicó el sabio, el vivo deseo que os anima de pelear a caballo contra los isleños en tierra firme, y en eso tenéis mucha razón. Pues ¿qué otra cosa pensáis vos que desean los isleños, oyendo que vais a construir esas naves, sino poder atrapar a los lidios en alta mar, y vengar así los agravios que estáis haciendo a los griegos del continente, tratándolos cuino vasallos y aun como esclavos?» Dicen que el apólogo de aquel sabio pareció a Creso muy ingenioso y cayéndole mucho en gracia la ficción, tomó el consejo de suspender la fábrica de sus naves y de concluir con los jonios de las islas un tratado de amistad
El poder de Creso incrementa con sus conquistas, leamos lo que nos cuenta Heródoto en el párrafo siguiente:
Todas las naciones que moran más acá del río Halis, fueron conquistadas por Creso y sometidas a su gobierno, a excepción de los Cílices y de los licios. Su imperio se componía por consiguiente de los de los lidios, frigios, misios, mariandinos, calibes, paflagonios, tracios, tinos y bitinios; como también de los carios, jonios, eolios y panfilios
Como la corte de Sardes se hallase después de tintas conquistas en la mayor opulencia y esplendor, todos los varones sabios que a la sazón vivían en Grecia emprendían sus viajes para visitarla en el tiempo que más convenía a cada uno. Entre todos ellos, el más célebre fue el ateniense Solón; el cual, después de haber compuesto un código de leyes por orden de sus ciudadanos, so color de navegar y recorrer diversos países, se ausentó de su patria por diez años; pero en realidad fue por no tener que abrogar ninguna ley de las que dejaba establecidas, puesto que los atenienses, obligados con los más solemnes juramentos a la observancia de todas las que les había dado Solón, no se consideraban en estado de poder revocar ninguna por sí mismos.
(párrafo 29 de Clío)
Estos motivos y el deseo de contemplar y ver mundo, hicieron que Solón se partiese de su patria y fuese a visitar al rey Amasis en Egipto, y al rey Creso en Sardes. Este último le hospedó en su palacio, y al tercer o cuarto día de su llegada dio orden a los cortesanos para que mostrasen al nuevo huésped todas las riquezas y preciosidades que se encontraban en su tesoro. Luego que todas las hubo visto y observado prolijamente por el tiempo que quiso, le dirigió Creso este discurso: —«ateniense, a quien de veras aprecio, y cuyo nombre ilustre tengo bien conocido por la fama de la sabiduría y ciencia política, y por lo mucho que has visto y observado con la mayor diligencia, respóndeme, caro Solón, a la pregunta que voy a dirigirte. Entre tantos hombres, ¿has visto alguno hasta de ahora completamente dichoso?» Creso hacía esta pregunta porque se creía el más afortunado del mundo. Pero Solón, enemigo de la lisonja, y que solamente conocía el lenguaje de la verdad, le respondió: —«Sí, señor, he visto a un hombre feliz en Tello el ateniense.» Admirado el rey, insta de nuevo. —«¿Y por qué motivo juzgas a Tello el más venturoso de todos? —Por dos razones, señor, le responde Solón; la una, porque floreciendo su patria, vio prosperar a sus hijos, todos hombres de bien, y crecer a sus nietos en medio de la más risueña perspectiva; y la otra, porque gozando en el mundo de una dicha envidiable, le cupo la muerte más gloriosa, cuando en la batalla de Eleusina, que dieron los atenienses contra los fronterizos, ayudando a los suyos y poniendo en fuga a los enemigos, murió en el lecho del honor con las armas victoriosas en la mano, mereciendo que la patria le distinguiese con una sepultura pública en el mismo sitio en que había muerto.»
Clío, párrafo XXX
Excitada la curiosidad de Creso por este discurso de Solón, le preguntó nuevamente a quién consideraba después de Tello el segundo entre los felices, no dudando que al menos este lugar le sería adjudicado. Pero Solón le respondió: —«A dos argivos, llamados Cleobis y Biton. Ambos gozaban en su patria una decente medianía, y eran además hombres robustos y valientes, que habían obtenido coronas en los juegos y fiestas públicas de los atletas. También se refiere de ellos, que como en una fiesta que los argivos hacían a Juno fuese ceremonia legítima el que su madre hubiese de ser llevada al templo en un carro tirado de bueyes, y éstos no hubiesen llegado del campo a la hora precisa, los dos mancebos, no pudiendo esperar más, pusieron bajo del yugo sus mismos cuellos, y arrastraron el carro en que su madre venía sentada, por el espacio de cuarenta y cinco estadios, hasta que llegaron al templo con ella. »Habiendo dado al pueblo que a la fiesta concurría este tierno espectáculo, les sobrevino el término de su carrera del modo más apetecible y más digno de envidia; queriendo mostrar en ellos el cielo que a los hombres a veces les conviene más morir que vivir. Porque como los ciudadanos de Argos, rodeando a los dos jóvenes celebrasen encarecidamente su resolución, y las ciudadanas llamasen dichosa la madre que les había dado el ser, ella muy complacida por aquel ejemplo de piedad filial, y muy ufana con los aplausos, pidió a la diosa Juno delante de su estatua que se dignase conceder a sus hijos Cleobis y Biton, en premio de haberla honrado tanto, la mayor gracia que ningún mortal hubiese jamás recibido. Hecha esta súplica, asistieron los dos al sacrificio y al espléndido banquete, y después se fueron a dormir en el mismo lugar sagrado, donde les cogió un sueño tan profundo que nunca más despertaron de él. Los argivos honraron su memoria y dedicaron sus retratos en Delfos considerándolos como a unos varones esclarecidos.»

Sobre el reino de Lidia y en conclusión:

Con Giges, Lidia obtiene carácter de país ... antes existia un sitema tribal.
Existe una ran prosperidad en la época, comerció, e incluso tenían moneda.
Para los griegos fue el prototipo de tirano.
Giges pide la protección de Ashurbanipal y le ofrece tributo cuando los cimerios invaden su reino y estaban invadiendo los reinos vecinos.
Ofreció ayuda al faraón Psammético, asi es que los asirios le atacan ,le vencen y le asesinan.
Le sucede su hijo Ardys, pero están bajo soberanía asiria. Reconstruye su reino en esa época.
Al caer Asiria, después de la toma de Harran y Nínive, le devuelve la independencia.
En el reinado de este rey se refuerza la armada y contrata mercenarios griegos, además del apoyan los ricos banqueros.
Se firma una paz con el matrimonio de su hija con un hijo de Ciaxates, además se fijan fronteras. Creso, hijo de Alyates, somete al resto de países de la zona y además tomó Éfeso.
Creso lleva a cabo una reforma monetaria y con él, Sardes se convierte en un centro importantísimo de intercambio.
Pero, CIRO II le vence y las tierras de Creso son anexionadas al imperio persa. Esto ocurre el año 546.








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